Ya estaba loco por
conocerlo y lo único que me retenía era el tiempo. Le comenté que me mudaría el
nueve de enero. Lo haría con dos o tres semanas de anterioridad del comienzo de
clases en la universidad para mudarme completo, limpiar el apartamento nuevo y
el viejo, y ordenar todo hasta sentirme cómodo con mi nuevo espacio.
Me respondió que salía a las seis de
la tarde porque trabajaba ese día y sí quería me podía ayudar, seria una manera
interesante de conocernos; en una mudanza. Sorprendido, le dije que era maravilloso
porque necesitaba un “machoman” como él para las cosas pesadas, ya que mi nuevo
“housematte” siempre estaba trabajando.
Llegó el día, subí las cosas que tenía en la casa de mi madre en Ponce en el auto de mi
abuela, porque la guagua familiar que había heredado hace meses que la estaban
reparando y salí rumbo a San Juan donde tendría que guardar cosas en el
apartamento viejo en cajas para trasladarlas. Entre las cosas llevaba una caja
de chocolates marca “Ferrero” comprados para comérmelos junto a él (unos
chocolates que se convirtieron especiales en nuestra relación).
Viendo lo servicial que era, imaginé que se iba a ofrecer a usar también su auto para no
dar tantos viajes y se lo iba a agradecer con el alma.
Llegué al medio día al apartamento nuevo donde el dueño y
“housematte” me entregó las llaves y se fue rápido para una cita medica justo
antes de que el apartamento se quedara sin electricidad (costumbre del área
residencial).
Subí lo que tenía en el auto a la
nueva habitación y lo organicé, ya el espacio estaba completamente limpio. Salí, compré algo de comer y me encaminé al apartamento viejo para empacar, ya que faltaba bastante para que
el chico saliera del trabajo.
Empaqué cuatro cajas y las monté en el auto, mientras él dejó de responderme los mensajes; no me preocupé porque aún estaba en su jornada laboral. Las bajé
en el nuevo apartamento, las vacié, y volví al anterior.
Por el camino me respondió que había
pasado una mala situación en el trabajo, que iba a llegar a su apartamento y se
iba a acostar a dormir porque no me quería ver así. ¡Genial! Me había dejado
plantado en la primera cita. Lo que me hizo pensar que estaba volviendo a ser
el pendejo del año pasado que le habían roto el corazón, y que no podía esperar
nada de él y mucho menos idealizarlo.
Terminé dando otro viaje de mudanza
con mi anterior “housematte”, bebiéndome unas cervezas y con la espalda
destrozada.
Continuará…
Derechos Reservados © Alexis Aguirre Rivera
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