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Muerte para el Conejo


A mi Madre, porque bloqueas el dolor en tu mente
 por mantenernos de pie,
cuando casi siempre no lo merecemos.


A Conejo le duele intensamente la prótesis que le habían puesto hace más de cuarenta años. Le retuerce los nervios que le quedan llevándolo a desear la peor de las muertes; pero a la leve sospecha de un intento de suicidio lo enviaran directamente al Laboratorio Obligatorio.
Hoy, como todos los días desde su adolescencia, tiene que trabajar en el Centro del Correo. Siempre hay algo que enviar o recibir. Así que; con el poco medicamento que le recetan, se quita de la mente el dolor y sale de su cubículo metálico.
En el Tecno-Bosque siempre hay silencio. La ausencia del sonido no solo es una imposición del Gobierno Científico; sino que también gracias al continúo fallo de sus tímpanos a través del largo tiempo de vida que tiene (y que le obligarán a vivir) ya ha dejado de percibir las ondas sonoras que existen en el exterior.
Mientras brinca con sus prótesis de metal reflexiona sobre las anécdotas que le contaba su madre antes de dormir.
Cuando ella vivía junto a todos sus hermanos en las cuevas del Bosque Verde; la única obligación que tenían era la felicidad. No obstante; la madre sufrió las primeras torturas consideradas las más dolorosas de la esclavitud.
La agarraron una mañana por las orejas (de cuya existencia ella nunca se percató); entonces, ella intentó morder con rabia. Sin embargo, los guantes de caucho que llevaba su captor lo hacían inmune de cualquier ataque. Tras de eso, vinieron las pruebas de maquillaje quemando su piel hasta enloquecer y las violaciones sexuales, trayéndolo al mundo, siendo el único sobreviviente de su camada antes de la repentina muerte de la madre. Su infelicidad es hereditaria, porque la poca felicidad proveniente de los recuerdos de su madre, quedo empañada por el dolor de la modernidad y el bienestar de la población humana.
Entra en la oficina principal del Centro de Correo y nota el inmenso silencio que provoca. El hecho de que todos los empleados no estén charlando sobre estupideces para olvidar la anarquía donde viven es algo muy raro, aparte de que lo observaban detenidamente esperando algo de él. Camina hasta su jefa; una jirafa que depende de un ventilador mecánico para respirar, con miles de ojos que le apuñalan la espalda.
—Buen ciclo, Jirafa. ¿Cuál es mi ruta asignada? —pregunta con nervios el mamífero lagomorfo.
Ahora la jirafa es víctima de las miradas de los empleados que también esperan su respuesta.
—Me temo que hoy no podrás cumplir con tu labor como repartidor de cartas.
La jirafa baja de su pequeña silla corrediza y arrastra con destreza su ventilador para buscar un sobre dorado rectangular.
—Hace unos minutos llegó este sobre para ti, de parte del Gobierno Científico. Y dieron la orden de que subas a Recursos Humanos en cuanto llegues.
Conejo abre el sobre frente a su jefa y con un taco en la garganta lee las letras grabadas en un papel ligero color plata.

“96 de yayo de 8346
Estimado Sr. Cornejo:
Nos complace notificar que su Solicitud de Eutanasia ha sido concedida. Favor de pasar a la Oficina de Recursos Humanos de su empleo designado, Centro de Correo, para recibir los referidos necesarios para su cita en el Centro de Mortalidad.
Atentamente,
Cerdo Monsanto
Presidente del Gobierno Científico

Derechos Reservados © Alexis Aguirre Rivera

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