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Príncipe Cósmico 3: Plantado en el primer “date”


Ya estaba loco por conocerlo y lo único que me retenía era el tiempo. Le comenté que me mudaría el nueve de enero. Lo haría con dos o tres semanas de anterioridad del comienzo de clases en la universidad para mudarme completo, limpiar el apartamento nuevo y el viejo, y ordenar todo hasta sentirme cómodo con mi nuevo espacio.
Me respondió que salía a las seis de la tarde porque trabajaba ese día y sí quería me podía ayudar, seria una manera interesante de conocernos; en una mudanza. Sorprendido, le dije que era maravilloso porque necesitaba un “machoman” como él para las cosas pesadas, ya que mi nuevo “housematte” siempre estaba trabajando.
Llegó el día, subí las cosas que tenía en la casa de mi madre en Ponce en el auto de mi abuela, porque la guagua familiar que había heredado hace meses que la estaban reparando y salí rumbo a San Juan donde tendría que guardar cosas en el apartamento viejo en cajas para trasladarlas. Entre las cosas llevaba una caja de chocolates marca “Ferrero” comprados para comérmelos junto a él (unos chocolates que se convirtieron especiales en nuestra relación).
Viendo lo servicial que era, imaginé que se iba a ofrecer a usar también su auto para no dar tantos viajes y se lo iba a agradecer con el alma.
Llegué al medio día al apartamento nuevo donde el dueño y “housematte” me entregó las llaves y se fue rápido para una cita medica justo antes de que el apartamento se quedara sin electricidad (costumbre del área residencial).
Subí lo que tenía en el auto a la nueva habitación y lo organicé, ya el espacio estaba completamente limpio. Salí, compré algo de comer y me encaminé al apartamento viejo para empacar, ya que faltaba bastante para que el chico saliera del trabajo.
Empaqué cuatro cajas y las monté en el auto, mientras él dejó de responderme los mensajes; no me preocupé porque aún estaba en su jornada laboral. Las bajé en el nuevo apartamento, las vacié, y volví al anterior.
Por el camino me respondió que había pasado una mala situación en el trabajo, que iba a llegar a su apartamento y se iba a acostar a dormir porque no me quería ver así. ¡Genial! Me había dejado plantado en la primera cita. Lo que me hizo pensar que estaba volviendo a ser el pendejo del año pasado que le habían roto el corazón, y que no podía esperar nada de él y mucho menos idealizarlo.
Terminé dando otro viaje de mudanza con mi anterior “housematte”, bebiéndome unas cervezas y con la espalda destrozada.
Continuará…


Derechos Reservados © Alexis Aguirre Rivera

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