Ahora los nervios lo
pusieron nudo empezando una conversación física acompañada de nuestras
sonrisas, hasta que tomé uno de los chocolates “Ferrero”, lo abrí, lo puse en
su boca y con un beso me comí la mitad del dulce.
Por su cara supe que le había encantado.
Pareció que le había tocado una fibra emocional. Luego de otro beso, me mencionó que era nuevo y emocionante para él el hecho de que no me molestaba besarlo en
público. Y le respondí que no salí del “clóset” para estar escondiéndome. Si había amor teníamos
que demostrarlo, no hacíamos nada malo.
Vi que ya estaba acabándose la taza
de whisky, le di otro traguito, pero no lo toleraba. Se lo dije y él lo acabo por mí, no estaba acostumbrado a beber así.
Seguimos hablando entre besos hasta
que oscureció y entramos para buscar algo más de beber; pero el deseo fue tanto que comenzamos a
besarnos hasta que terminamos intimando.
Como nos sentíamos tan bien juntos
caí en una catarsis y le
dije que me sentía tan bien, que, aunque fuera muy pronto, quería que fuera mi
novio. Él aceptó con una sonrisa, que me hizo tan feliz que me lo
comí a besos.
Esa noche disfruté besando sus labios, los grandes cachetes, su
redondita nariz, sus ojos brillantes, su cabecita peluíta y su ancho torso sudado.
Físicamente era mi hombre perfecto y
su cariño me llenaba el alma.
Continuará…
Derechos Reservados © Alexis Aguirre Rivera
Comentarios
Publicar un comentario